Artículo de interés: Vecinos en la niebla
Fuente: Diario HOY |
Rememorando aquella película estadounidense titulada “Gorilas en la niebla”, la naturalista Dian Fossey habría dedicado un dramático estudio antropológico a los vecinos, si hubiera estado en la villa en el año 1989.
Una cosa es fumar de gorra y otra es ahumarse. El vicio de fumar, que consiste en darle unas chupadas a un cigarrillo, aunque sea molesto y dañino para los demás, queda dentro de los límites de lo aceptable. Sin embargo, lo que no se había visto nunca, y merece que figure en el Libro Guinness de los records, es una gran fumata del tamaño de una fábrica y con duración de meses, como sucedió en Villagonzalo.
Pues eso fue lo que ocurrió en la villa, donde la empresa Cavedesa, situada a un kilómetro del pueblo, comenzó a quemar masivamente los excedentes de la producción española de tabaco procedentes de Sevilla. Nada menos que mil y pico de toneladas ese año, es decir, el equivalente a mil cien millones de cigarrillos, mal contados.
Era como si hubiesen metido, durante meses, a los 1.630 habitantes de aquel momento, dentro de un autobús, en un irrespirable ambiente parecido a los garitos de película de gánsteres.
Las fachadas de las casas se estaban poniendo amarillentas como consecuencia de la nicotina. La iglesia empezaba a negrear y el ruido oficial del pueblo era ya la tos unánime y general de todos sus habitantes, que corrieron el riesgo de quedar oliendo a humo el resto de sus vidas, impregnados a la fuerza con los olores de la colosal fumata. Dando gracias que los excedentes no fueran de marihuana, si no todos los vecinos hubiéramos sido participes de una gran comuna hippie.
Lo que para algunos fumadores podría ser un paraíso –fumar gratis- para los vecinos era una continua pesadilla, una grave molestia y una firme sospecha de problemas de salud. El humo les llegaba a las vías respiratorias, provocando picores en la garganta y en los ojos, teniendo que defenderse aquel verano con cerrar ventanas y una colada que, permanentemente, olía a tabaco.
Un año antes, la empresa Cavedesa había conseguido del Ayuntamiento una licencia de apertura para producir carbón vegetal a base de quemar leña de encina, olivo y eucalipto. El proceso, mediante una combustión a base de leña natural, marchó de forma normal hasta que un penetrante humo y olor empezó a recorrer durante la noche los perfiles del pueblo.
El 5 de octubre, el Diario Hoy se hizo eco de algunos testimonios de vecinos:
“Según los testimonios de los habitantes
de Villagonzalo, localidad situada a 20 kilómetros al suroeste de Mérida, la
combustión de tabaco que realiza Cavedesa preferentemente por la noche, y la
perniciosa humareda, dependiendo en algún caso del viento, envuelve totalmente
a la población, haciéndose netamente visible por ejemplo junto a las luces de
las farolas.
“A mí me gusta atender bien a los perros
que tengo, y por eso me levanto temprano, a las seis, antes de ir a trabajar, y
a esa hora hay un humo que se te mete en la garganta y te pica…”, cuenta el
parroquiano de un bar.”
“Eso es que los gitanos de Sevilla se
han cansado de aguantar y los del tabaco han dicho, pues a quemarlo a
Extremadura, que allí se aguantan”, apunta un compañero de barra.”
“Los vecinos han tenido que pasar el verano con las puertas y ventanas cerradas, y aun así, cuenta Juani, una joven empleada temporalmente en la limpieza de las calles, “con las puertas cerradas entraba el humo en casa”.
A la vista del problema, la Junta Local de Sanidad se reunió con el alcalde en funciones, el médico, el farmacéutico y el secretario de la Corporación municipal. El alcalde, Juan Gordillo, expuso la situación y las molestias, y el médico, Francisco de la Cruz Márquez, declaró que los humos eran nocivos para la salud. A su finalización, se acordó que Cavedesa dejara inmediatamente de quemar tabaco y se ordenó su paralización. Juan Gordillo Espinosa declaró que no se estaba en contra la actividad de carbón vegetal, sino, exclusivamente, contra la quema de tabaco.
Días más tarde, el alcalde mantuvo una reunión en Mérida con un socio de la empresa Cavedesa, de nacionalidad alemana. Le ofreció 20 céntimos por kilo de tabaco que se quemara en Villagonzalo, a lo que el alcalde contestó que no “porque era perjudicial para el pueblo”.
Le
manifestó que el humo procedente de la quema del tabaco era malo para la salud,
“incluso para los que estamos sanos, y así lo certificó una comisión local de
la que formaban parte el médico y el farmacéutico del pueblo”.
Fuente: Diario HOY |
La consecuencia negativa fue que los 15 trabajadores empleados por la empresa Cavedesa, 7 fijos y 8 eventuales, fueron despedidos al decretar el cierre patronal.
El
placer del tabaco es algo que uno reconoce, pero los excesos son malos y
fumarse, de una vez, mil cien toneladas de tabaco puro es demasiado. Porque una
cosa es fumar y otra sahumar a lo bestia a todo un pueblo.
Francisco
Sánchez García
Cronista
Oficial de la Villa
Junio
2024
Comentarios
Publicar un comentario