Artículo de interés: Los entierros de caridad

Fuente: Google Maps

A través de los libros de actas municipales, aún conservados, se puede afirmar que en los siglos XVIII y XIX existía la Cofradía de las Ánimas Benditas en la villa. Ésta tenía su sede en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. A su cargo estaba un mayordomo, siempre acompañado de un pedidor de limosnas. Los dos eran personas de reconocida solvencia en el pueblo y portadores del dinero para el mantenimiento de la cofradía.

“Acuerdo que hace la villa para nombrar de mayordomos.- En la villa de Villa Gonzalo en seis de enero de mil setecientos setenta y cuatro, estando sus mercedes los señores don Pedro de Llanos Mexía, Sebastián Rodríguez, alcaldes ordinarios por Su Majestad de ella y ambos votos; Juan Asensio y Sebastián Perez Holguera, regidores, con presencia de don Juan Antonio Perez de la Rocha, cura rector de la Parroquial Iglesia de esta dicha villa en sus casas de su Ayuntamiento con la solemnidad que acostumbran para tratar en asuntos del servicio de ambas majestades dijéronse que haciéndose preciso el nombrar mayordomos que sirvan para este año de los caudales de fábrica y demás imágenes, unánimes y conformes hicieron dichos nombramientos en las personas siguientes:

Para las de las Benditas Animas a Juan Antonio Habas”

Los últimos mayordomos y pedidores que aparecen en actas municipales son:

1817-1818. Lorenzo Cerrato (mayordomo). Melitón Barco (pedidor)

1820-21. Juan Flores (mayordomo). Ambrosio Llanos (pedidor)

1822. Francisco Casablanca (mayordomo). Ambrosio Llanos (pedidor)

1823. Juan Morcillo (mayordomo). Ambrosio Llanos (pedidor)


La Cofradía de las Ánimas Benditas desarrollaba una labor social que no se debe olvidar, sus cofrades practicaban la caridad y la beneficencia, se encargaban del enterramiento de los vecinos pobres de solemnidad, además de realizar los cultos religiosos anuales en su memoria: clamores los domingos, misas anuales, novenario y misa de Todos los Santos.

Su pérdida se produce en 1836 con la aplicación de la Desamortización de Mendizábal. Todos sus bienes fueron puestos a subasta pública y ocasionaron su desaparición y la labor social que llevaban a cabo.

En un tiempo en los que el Estado apenas ofrecía prestaciones sociales o sanidad pública, fue el ayuntamiento quién sustituyó a esta cofradía pasando a sufragar los entierros de caridad. A través de una partida económica destinada a la beneficencia en los presupuestos municipales, éste se hizo cargo de los cuerpos de los fallecidos para trasladarlos al cementerio para su inhumación.

Estos entierros forman parte de la historia local, ya que muchas personas, al no pagar “el recibo de los muertos”, no podían hacer frente a una muerte y sepultura digna. Eran entierros austeros donde no había flores ni velatorio, tampoco pésames ni lágrimas, pues los únicos asistentes eran el cura y el albañil. La caja era de madera de pino sin ningún tipo de ornamento para llevar el cuerpo hasta el cementerio y ésta no era enterrada junto con el difunto, sino que, una vez vacía, era devuelta al almacén municipal para ser reutilizada en las mismas circunstancias.

 

Debido a su uso, la caja de caridad era reparada asiduamente y, en caso de no tener arreglo, se hacía una nueva por los distintos carpinteros de la localidad.

[1]“Al carpintero Germán Encinas la cantidad de veinte pesetas, importe de la compostura del ataúd para los entierros de Caridad…”

Libro de actas municipales. 26 de enero de 1942

[2]“…hizo uso de la palabra el señor Primer teniente de alcalde, sugiriendo la idea de la adquisición, lo antes posible, de una nueva caja mortuoria para las atenciones de la beneficencia municipal y una camilla para las necesidades locales de lo cual se carece en la actualidad…”

Libro de actas municipales. 26 de enero de 1942

“Al carpintero Jose Luis Durán la cantidad de veinticinco pesetas por la construcción de una caja para sepultar el cadáver del mendigo José Álvez Oliveira…”

Libro de actas municipales. 14 de febrero de 1946

Una de las últimas veces que se utilizó la caja de caridad fue en el entierro de José Álvez Oliveira conocido por el mote de ‘El portugués’, país de donde era originario. En la villa vivió varios años y trabajó como pintor de estuco y bóvedas. Realizó un trabajo muy apreciado en algunas de las mejores casas de la localidad y, por cuestiones varias, acabó sus días en la mendicidad.

“A Vicente Berrocal y Pedro Barco la cantidad de diez pesetas por un jornal invertido en cavar la sepultura del mendigo José Álvez Oliveira.”

Libro de actas municipales. 31 de enero de 1946

En Villagonzalo, en la calle Estación existe un corralón utilizado como almacén municipal donde se guardaba el ataúd de caridad para los ‘enterrados de limosna’. ​​Hoy, las cosas han cambiado, el papel de pobre indigente ya no existe. La asistencia y la seguridad social lo cubren todo y han acabado con esa denigrante imagen de recibir un entierro de caridad en un lastimoso ataúd temido por todos.

 

Francisco Sánchez García

Cronista Oficial de la Villa

 Mayo 2024



[1] Libro Actas Municipales. Lunes, 26 de enero de 1942

[2] Libro Actas Municipales. 26 de enero de 1942


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