Artículo de interés: El día que don Antonio David salió en los papeles

El señor cura se levantó un día de marzo con una mala decisión tomada, algo que le costó un gran disgusto personal. 

El día anterior, una vecina había fallecido y debía ser enterrada como Dios manda, pero don Antonio David se encaminó hacia la casa de la difunta dispuesto a no realizar el entierro.

Comunicó a los familiares que aguardasen un tiempo antes de proceder a inhumar los restos hasta comprobar si efectivamente había muerto. Así se lo había comunicado un profeta que suele acertar en sus predicciones, solicitándoles también que mantuvieran en secreto esa revelación. 

Para hacer la comprobación les recomendó que le flexionaran los brazos. Lo que le ocurría es que sufría un proceso cataléptico e insistió en que, a las once de la mañana del día siguiente, la mujer recobraría la conciencia.

Los familiares le enseñaron el certificado médico de defunción notificando que la anciana había fallecido por causas naturales y que, realmente estaba muerta. Los hijos de la fallecida requirieron entonces los servicios de un segundo médico que también conformó la defunción. No obstante, don Antonio David seguía en sus treces ocasionando, con ello, el enfado de la familia que tramitó una denuncia en el Juzgado de Mérida

Finalmente, los familiares consiguieron celebrar el funeral el miércoles 23 de marzo en Mérida y, cuando el cortejo fúnebre llegó al cementerio de Villagonzalo, el cura les aguardaba para rogarles que no realizasen la inhumación, recalcando que él actuaba como intermediario del profeta.

Días después, en un comunicado público, el Arzobispado se hizo cargo del malestar que la actuación del párroco ocasionó en la familia afectada, además lamentaba que el señor párroco se haya prestado a ser portavoz de un supuesto vidente, lo cual no es propio de su ministerio pastoral”.

Del relato de estos acontecimientos se hizo eco la prensa regional a través del Diario Hoy y El Periódico Extremadura, pero además en prensa nacional a través del ABC, El País y La Vanguardia, se hicieron eco de la noticia.

“El párroco de la localidad pacense de Villagonzalo ha dejado temporalmente sus actividades, tras la polémica surgida por negarse a enterrar a una mujer al asegurarle un vidente que no estaba muerta, sino en estado cataléptico.

(ABC. 26 de marzo 1996)

El cura y el vidente. Jeremías Clemente Simón. Cáceres

Antonio David Cerrato Benítez, un sacerdote de poco más de 40 años, tiene conmocionada a la pequeña población pacense de Villagonzalo (1.500 habitantes). Sus vecinos, tras 13 años de permanencia en el pueblo, le definen como “un hombre bueno, que suele hacer favores, pero es cura de sotana y esas cosas”. Antonio David es dado a creer en un vidente cuyas profecías han pasado por anunciar que “el Nazareno sería mojado” (y, efectivamente, lo fue, porque unos niños rociaron la imagen con una manguera durante una procesión). Visitado por su amigo el vidente, este cura rural metió el miedo en el cuerpo a la familia de Maximiliana Guerrero, de 81 años, fallecida en Mérida el pasado día 19 a causa de una trombosis. El sacerdote, según su propia versión, fue advertido de que “la mujer no estaba muerta, sino que tenía un sueño letárgico, una muerte aparente, y que yo tenía que avisar a su familia para que no la enterraran rápidamente”. Así lo hizo desconcertando a los tres hijos y a las respectivas nueras de la difunta: "Nos dijo que la sacáramos del ataúd, que la pusiéramos sobre una cama y que le moviéramos los brazos y las manos, no precipitándonos en enterrarla por lo que pudiera ocurrir", cuenta la mujer de uno de los tres hijos de Maximillana. Aquel esperpento condujo a situaciones inusuales, con la familia llena de nervios y reclamando, incluso, un forense, aunque el juez consideró que ya era suficiente con los informes que habían emitido dos doctores. Tranquilizados los ánimos, la familia de la víctima decidió celebrar el funeral en Mérida y enterrarla en Villagonzalo. Eso sí, advirtieron al cura que no querían verlo en el cementerio, pero él hizo caso omiso y hasta el camposanto se presentó, originando un pequeño altercado con la familia, que ha decidido comunicar el incidente al obispado de Mérida-Badajoz. -

 

 (El País. 26 de marzo de 1996)

El cura retrasa un sepelio. El párroco de Villagonzalo, feligresía del ubérrimo circundo de Mérida, ha sido suspendido de su ministerio rector por el obispo de la diócesis para que atienda a su madre enferma. Así se lo comunicaron, pero el motivo es sacar al clérigo de un curioso apuro. Es raro que un sacerdote sea supersticioso y encima que atienda los requerimientos de los adivinos, aunque admite sin reserva alguna los presagios de los profetas bíblicos, a raros tan grandilocuentes, y dudamos de que un sacerdote, por humilde e indocto que fuere, haya suyos los pensamientos de los videntes al uso.

Nosotros tomamos a guasa que el párroco extremeño acepte que un profeta local le recomiende demorar un sepelio porque el difunto está aún vivo, y darle tierra acarrearía males mayores; y el cura, que éste es el caso, se lo comunique a los familiares. El asunto fue pregonado –los deudos del finado no callaron- y la autoridad eclesiástica decretó licencia temporal para el rector de la parroquia. El prelado procura que se olvide el incidente poniendo tierra de por medio, método que suele ser muy eficaz, y en la ocasión se espera que cesen las habladurías en torno a las misteriosas relaciones del cura y el augur. ¡Las cosas de los curas ¡rondaron en la taberna de los bebedores socarrones.

Aparte de producirse el acontecimiento en una región proclive a la hazaña e incluso al disparate, cumple tener presente la influencia pagana que derraman las piedras de Roma, y ese hálito de adivinación gentil por los augures de cambios climáticos, aves volanderas y otros fenómenos esotéricos, al alcance de cualquier vidente del Guadiana, que por amistad con el párroco se permite hacerle sugerencia a propósito de la conveniencia de demorar una conducción al cementerio. Cabe dar tiempo al tiempo y procurar sellar la boca del pregonero.

(La Vanguardia. 11 de abril de 1996) 

Francisco Sánchez García

Cronista Oficial de la Villa

Marzo de 2024

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